Los arácnidos se caracterizan por su respiración traqueal (filotráqueas), cuerpo dividido en dos regiones: cefalotórax o prosoma, y abdomen u opistosoma, y la presencia de apéndices torácicos articulados: un par de apéndices llamados quelíceros en forma de pinza o garfio, con funciones prensiles con objeto de inmovilizar e inyectar veneno; un par de apéndices maxilares llamados pedipalpos con una función fundamentalmente masticadora, pero que pueden adoptar otras formas y funciones (táctiles, prensiles...) según el grupo de que se trate; y cuatro pares de patas con funciones locomotoras en general, pero que en otros grupos pueden también adoptar variadas formas o servir para excavar, nadar, tejer la seda, etc. El abdomen puede no presentar segmentación, como en las arañas y ácaros, o sí , como sucede en los escorpiones, en que se distingue una parte ancha llamada preabdomen con 7 segmentos, y otra más estrecha llamada postabdomen con 6 segmentos, éste último finalizado en una uña venenosa o telson. Los arácnidos no poseen órganos masticadores. El sistema nerviosos es ventral y ganglionar. El sistema circulatorio se ubica en la posición dorsal.
Aunque la mayoría de los arácnidos son carnívoros, existen algunos fitófagos, y también adaptados a la vida parásita, como los ácaros. Manifiestan dimorfismo sexual y sexos separados. La reproducción es ovípara y, en general, sin metamorfosis.
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